Atonal
Reverencial: Atonaltzin
Significado: “Reloj de agua” "tonalli de agua"
Se deriva del símbolo ideográfico de tonalli, calor del sol, energía tonalli ó tiempo de estío en un canal ó apantli, proporcionándonos las silabas atonal, reloj de agua, energía tonal del agua.
M_07v_A Atonal Códice Mendoza |
La energía tonalli es una de las entidades anímicas que integran al ser humano.
1Una locución de la lengua náhuatl, consignada por fray Alonso de Molina, resume esta idea. Cuando el franciscano se refiere a la muerte. transcribe: Onacico in nacian, in nopoliuhya, in noxamanca, in nopoztequia. Lo que significa: “alcancé mi alcanzadero, mi destrucción, mi ruptura, mi fragmentación”.
El hombre es un ser complejo: estaba formado por la materia pesada de su cuerpo y contaba con varias entidades anímicas invisibles y ligeras. Estas últimas le otorgaban naturaleza Humana, individualidad, facultades sensoriales y de movilidad, sentimientos, impulsos, capacidad intelectual y lo vinculaban con una divinidad protectora. Sus principales entidades anímicas eran el teyolía, el tonalli y el ihíyotl.
En el primero, ubicado en el corazón, radicaba su esencia humana, su vida, lo más importante de sus facultades mentales y su pertenencia a un grupo de parentesco; al morir el individuo, el teyolía viajaba a uno de los lugares destinados a los muertos.
El tonalli, ligado a la individualidad y al destino personal, reposaba sobre la tierra tras la muerte, y generalmente era guardado por los familiares del difunto en una caja que contenía sus cenizas y dos mechones de cabellos. Por último, el ihíyotl, motor de las pasiones, se dispersaba en la superficie terrestre y podía convertirse en seres fantasmales o en enfermedades (yohual-ehécatl o “viento nocturno”)
El tonalli reside en la cabeza, al tomar a un guerrero de los cabellos este se debilitaba. |
El tonalli entraba al cuerpo al momento del nacimiento por la fontanela (mollera) y se asociaba con el pensamiento y el temperamento del individuo. Se creía que una de las funciones del cabello era evitar que el tonalli abandonara el cuerpo.
Tomado de López Austin, Alfredo, “Misterios de la vida y de la muerte”, Arqueología Mexicana, núm. 40, pp. 4-9.
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