miércoles, 12 de junio de 2019

INTRODUCCIÓN



INTRODUCCIÓN

Desde que el ser humano existe ha tenido la necesidad de identificarse con un elemento designador concreto: un antropónimo o nombre propio. El nombre es nuestra primera seña de identidad, aquello que nos identifica y nos da entidad. 

Yo Tarzán,  tu jane
Tarzán de los monos
 (Tarzan the Ape Man) 1932  W.S. Van Dyke


Vaquero e Indio saludandose

Cowboy and Indian (Erwin E. Smith) on horseback, greeting each other, 1908

 Antroponímicos del español


Los hebreos daban nombre a sus hijos según la primera cosa que decía el padre al verlos; los romanos tenían tan pocos nombres propios que cuando se les acababan daban a sus hijos nombres de números: Quintus, Sextus, Septimius, Octavius, Nonius, Decius, etcétera. El cristianismo extendió la costumbre de usar nombres hebreos bíblicos, litúrgicos y de virtudes morales, y de utilizar una ceremonia específica para imponer los mismos, denominada bautismo; los pueblos celtas y germánicos por el contrario señalaron en sus nombres las virtudes relacionadas con el mérito guerrero y extendieron este tipo de nombres por Europa durante las invasiones bárbaras del siglo V. El Concilio de Trento (siglo XVI) consagró la costumbre de adoptar nombres de santos de la Iglesia católica, con lo que se redujo mucho la riqueza en el surtido de los nombres y se extinguieron muchos que eran muy antiguos (Elfa, Brianda, Violante, Mencía). El antisemitismo de los cristianos desacreditó también nombres que poseían connotaciones hebraicas, como Efrén o Ephraim.

abraham e isaac,  william withaker

Según la Biblia, el nombre del primer ser humano (según el Génesis) es Adán, que quiere decir terrifacto (hecho a partir de tierra). Hasta la Edad Media se usaban únicamente los nombres de pila. Para diferenciar a dos personas con el mismo nombre se añadía una indicación relativa al lugar en que la persona vivía, al trabajo que realizaba, o a cualquier otro rasgo característico. Así, a dos personas con el nombre Juan, se les distinguía, por ejemplo, llamando a uno Juan, el molinero y a otro Juan, el de la fuente. Cuando se instituyeron los apellidos esta costumbre se mantuvo, motivo por el cual existen todavía en la actualidad apellidos como Molinero o Lafuente. En español son muy frecuentes los apellidos terminados en "ez", como Sánchez y González. Estas terminaciones indican que un antepasado tenía como nombre de pila, en este ejemplo, Sancho o Gonzalo, y que a sus hijos se les denominaba antiguamente Juan, hijo de Sancho o Juan, hijo de Gonzalo, respectivamente. Estos nombres son conocidos como patronímicos.


Creación de Adán fresco en el techo de la Capilla Sixtina, pintado por Miguel Ángel alrededor del año 1511



En otras lenguas ocurre lo mismo:
  • los prefijos "Mac" o "Mc" escoceses significan "hijo" (por ejemplo, "MacPherson" es hijo de Pherson)
  • el prefijo "Ben" hebreo significa "hijo" (por ejemplo, "Ben Hur" es hijo de Hur)
  • la terminación "-sen", "-son" y "-sohn" en alemán y "-sen" y "-son" en los idiomas escandinavos expresan lo mismo (por ejemplo, "Petersen" es hijo de Peter (Pedro), "Mendelssohn" es hijo de Mendel y "Gustafson" es hijo de Gustaf).
  • la terminación -vich o -vic de los países eslavos indica también filiación.
El nombre de una persona (antropónimo) consta de un nombre de pila y de uno o varios apellidos, según las costumbres de cada idioma y país. El nombre de pila lo dan los padres a los hijos cuando nacen o en el bautizo (pueden ser diferentes, ya que el primero cuenta a efectos civiles y el segundo a efector religiosos). De ahí la expresión "de pila", que procede de "pila bautismal". En cambio, el apellido o nombre familiar, comúnmente el del padre o el del padre y el de la madre (aunque en algunos países se puede invertir el orden, o cuando se contrae matrimonio cambiar uno por el del cónyuge o adoptar en exclusiva el del cónyuge), pasa de una generación a otra. La palabra apellido procede del latín y tiene el mismo origen que "apelación", es decir, "acto de llamar". En la actualidad el nombre propio de los hijos se suministra al Registro civil, y puede cambiarse por motivos justificados ante un juez.

Antroponímicos del español
Los antroponímicos del español tienen principalmente cuatro orígenes:
  • Antroponímicos romanos, que representan el estadio más antiguo y han sido conservados en la lengua y habiendo sufrido en general el mismo tipo de cambios fonéticos que las palabras patrimoniales del español.
  • Antroponímicos hebreos, que empezaron a introducirse especialmente a partir de los siglos II y III cuando el número de personas de religión cristiana en la península ibérica empezó a ser apreciable.
  • Antroponímicos griegos, que básicamente llegaron con el cristianismo. Como muchos de los primeros cristianos procedían de la parte oriental del imperio romano, donde el griego era la lengua usual, los siguientes cristianos siguieron empleando nombres griegos que llevaron algunos de sus antepasados.
  • Antroponímicos germánicos, ligados a la entrada en la península de los visigodos que rápidamente constituyeron parte de la clase dominante. Originalmente estos antroponímicos se dieron solo en la nobleza germánica y gradualmente fueron adoptados por las personas de ascendencia hispanorromana, debido al prestigio que comportaba llevar alguno de estos nombres, por ser nombres de la clase dominante.

Antroponímicos romanos

Los antroponímicos románicos del español y el resto de lenguas románicas derivan tanto de praenomina (nombres de pila) como de nomina (nombres familiares) latinos. En estos segundos abundan las terminaciones en -io (Antonio, Julio, Emilio...), -ino / -ano (Saturnino, Julián/Juliano, Emiliano,...). Ya para los romanos muchos de los antroponímicos carecían de un significado transparente, por lo que el nombre de pila de una persona raramente tenía significado a finales del imperio, y su imposición a un niño tenía que ver más con la tradición familiar o los nombres locales más abundantes.

Antroponímicos hebreos

Como ejemplos baste recordar el nombre de algunos héroes bíblicos: Noé, nombre que indica descanso (descanso después del diluvio); Isaac, risa, porque la que sería su madre, la anciana Sara, rió incrédula al anuncio de su embarazo futuro; Moisés, sacado del agua e hijo adoptivo (de la princesa egipcia); Jesús, de Yeshúa, Yahvé es salvación, etc.

Antroponímicos germánicos


En la antroponimia española, algunos nombres son atribuidos a la influencia gótica, entre ellos se incluyen Ramiro, Bermudo, y Galindo. Es interesante notar también que algunos nombres españoles de hoy día originalmente fueron construidos en combinaciones de germanismos que después fueron romanizados. Estos nombres se remontan a formas que generalmente tienen la estructura "Adjetivo + Nombre" siendo las dos raíces formantes de origen germánico oriental, es decir,
visigótico. Algunos ejemplos de esta onomástica son :


Gótico alls 'todo' + funs 'preparado' = Adefonsus > Alfonso
Gótico alls- 'todo' + wars 'prevenido' > Álvaro
Gótico frithu 'alianza, paz' + nanth 'atrevido' > Fridendandus > Fernando
Gótico hroths 'fama' + sinths 'dirección' = Rudesindus > Rosendo
Gótico gails 'alegre' + wêrs 'fiel' = Gelovira > Elvira
Gótico gunthis 'lucha' > Gundisalvus > Gonsalvo > Gonzalo


Referencias 


 Perspicacia para comprender las Escrituras Tomo I.
 Escolar, Arsenio (10 de octubre de 2010). «Mafalda, Mencía, Muniadona y otros nombres castellanos». 20 Minutos.
 Arsenio Escolar, op. cit., cita además Muniadona, Fronilde, Aznar, Velasquita, Orbita, Munia, Andregoto, Trígida, Vellido, Ermesinda, Ágata, Constanza, Zaida, Placencia, Favila, Fruela, Adosinda, Vimarano, Gaudiosa, Abolmondar, Aldonza, Armentero, Ansuro, Arnaldo, Arpidio, Arroncio, Asur, Atilio, Auria, Biato, Cardiel, Cíxila, Cresconio, Ebón, Eldonza, Elo, Enderquina, Ermegildo, Ermengarda, Esidero, Fabone, Godina, Gomel, Goto, Gudesteo, Guntroda, Ildaria, Iszán, Kíntila, Lebrín, Leodegundia, Lifardo, Moriel, Orenis, Orobio, Placia, Presenzo, Rapinato, Sendino, Simondo, Sona, Teoda, Tote, Ute, Vela, Velita, Vítulo, Zalama
 Alfaro de Prado, Antonio (3 de septiembre de 2014). «La ¿caótica? transmisión de apellidos hasta el siglo XIX en España». Blog de genealogía hispana.
 Cuba Manrique, María del Carmen (2002, 5 (11), 123-134). «Antroponimia e identidad de los negros esclavos en el Perú». Escritura y Pensamiento.
 Granda Gutiérrez, Germán de (vol. VI (1971) pp. 381-422.). «Onomástica y procedencia africana de esclavos negros en las minas del sur de la gobernación de Popayán (siglo XVIII)». Revista Española de Antropología Americana.
 Artículo 54 de la Ley de Registro Civil de 8 de junio de 1957
 Artículo 170 del Reglamento del Registro Civil de 14 de noviembre de 1958
 Artículo 59 del Reglamento del Registro Civil de 14 de noviembre de 1958
 Moncunill Martí, Noemí (16 (2016), pp. 81-94.). «Novecientos antropónimos ibéricos». Palaeohispanica.
 «Gothic names». Archivado desde el original el 20 de octubre de 2009. Consultado el 31 de mayo de 2013.

Bibliograf'ia 

  • ALBAIGÈS i OLIVART, J. M. (1995): Enciclopedia de los nombres propios. El origen y significado de todos los nombres. Sus diminutivos, sus derivados, sus anécdotas, Barcelona, Planeta.
  • ALBAIGÈS i OLIVART, J. M. (1984): Diccionario de nombres de personas, Barcelona, ed.Universitat de Barcelona, 1984.
  • BOULLÓN AGRELO, A. I. (1999): Antroponimia medieval galega (ss. VIII-XII), Tübingen, Max Niemeyer Verlag
  • GARCÍA GALLARÍN, Consuelo (2014): Diccionario histórico de nombres de América y España. Madrid: Sílex, 2014.
  • KREMER, D. (1993): "Portugiesisch: Anthroponomastik", art. 448, en Lexikon der Romanistischen Linguistik, Tübingen, Niemayer, vol 6.


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